viernes, 15 de febrero de 2008

Recuerdos, aromas y galletas de nata


Al despertarme esta mañana creí oler de nuevo el embriagador aroma de las galletas de nata de mi abuela; el olor estaba tan cercano que la imaginé en la cocina cortando galletas con sus moldes, sacando y metiendo a toda prisa la placa de horno y depositando sobre una bandeja las galletas ya horneadas, cuyo olor comenzaba a recorrer todos los rincones de la casa.

Ya despierta del todo, me di cuenta que sólo era un sueño; pero un sueño hermosísimo y casi real, ya que estaba cimentado sólidamente en los recuerdos de los años de la niñez, de todas las vacaciones escolares pasadas en la enorme casa del pueblo de mis abuelos maternos.
Cuántas veces he ayudado a mi abuela a cortar galletas, a preparar las confituras, mermeladas y jaleas, a echar el cuajo a la leche y luego cortar la cuajada para hacer queso, a prensarlo dentro de la quesera de mimbre, a patear jamones, a subir a abrir o cerrar las ventanas del granero en función del aire y del sol, para llevar a cabo una perfecta curación de aquellos perniles colgados de las vigas de madera, a dar vuelta a las manzanas y peras, extendidas sobre pajas, para evitar que se pudrieran, a cortar patatas con la sencilla mandolina de madera, siempre bajo su atenta mirada para impedir que me pudiera hacer daño. Recuerdo haber ayudado también a mi abuelo a cascar almendras y nueces, a ensartar setas de cardo en los hilos, a cortar racimos de uva negra en la viña… Momentos todos ellos inolvidables, que han hecho posible que un día decidiera adentrarme en este maravilloso mundo.

GALLETAS DE NATA
Ingredientes para un buen montón de galletas:
una taza de las de té de nata
una taza de las de té de azúcar
una cucharada de las de postre de levadura en polvo (Royal)
la harina que admita (2 tazas aproximadamente)

Preparación: Se bate un poco la nata con la harina y el bicarbonato y cuando esté un poco batido se le va añadiendo harina, hasta que se forme una masa fina pero manejable. Se extiende con el rodillo sobre una superficie enharinada y se cortan las galletas con un cortapastas de la forma deseada. Se van colocando en placas de horno untadas con un poco de mantequilla y se hornean hasta que estén doradas. Dejar enfriar y guardar en cajas metálicas bien cerradas. (La receta es la que mi abuela tenía en su cuaderno de recetas y la he respetado tal como estaba escrita)

Hace años esta receta se elaboraba con la nata de cocer la leche, ya que ésta se compraba directamente a los que poseían vacas. Como es lógico había que hervirla tres veces y de ahí se obtenía esta nata con la que hacer, entre otros dulces, estas ricas galletas. Hoy en día se pueden hacer con nata líquida de la que tiene el 35% de grasa pues salen mucho más sabrosas.

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